miércoles, 6 de diciembre de 2006

Misa negra...


No te detengas…

sólo escucha como caen las gaviotas.

Avanza el paso desvirtuando las miradas,

traspasa el viento marginal

que duerme el beso.




¿Escuchas?

Los pies ansían llegar siempre a ningún lado.

Los niños guardan su pudor entre las piernas.

El perro lame las heridas que alimenta.



Y tú, descalza…

estás desnuda/tienes hambre…

tienes rabia

y una espina que se adentra hasta la entraña.



Las calles húmedas reflejan las farolas,

los autos fríos que desgarran la decencia.



No te detengas…

amárrate el rencor a los tobillos,

o hazte un nudo corredizo que resbale.



Allá a lo lejos, se divisa,
lo presiento…


una capilla donde velan nuestros miedos…

la traición viste de blanco,
el cielo es nuevo.



Hay silencio…

escucha,

¿lo has notado?


Las ancianas se perdonan los secretos,

se persignan con claveles en los dedos,

o se trenzan esperanzas en el sexo.


Rezan misas de carbón
a la dulzura…

y un rosario de amargura
a la inocencia.



O te absuelven, mientras clavan
junto al cristo…

aquel amor que baila muerto,

…y no despierta.

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