I.
Pero ahí, donde tu olor anida bajo los cristales,
donde tu voz levita enmascarando el aire,
donde mis ojos juegan a expandir tu imagen
-Ahí, donde vivimos sin vivir, tan inmortales-
Ahí quiero tomarte hasta que mi sed naufrague
en barquitos de nostalgias
vueltas carne...
Porque a veces me canso
-me canso amor- y nadie sabe,
que en la orilla de los pies me enreda un ángel
largos vientres de algodón para arrullarte,
o caparazones de bondad que lanzan hilos
que protegen tu rubor,
cuando eres sangre.
Entonces yo -mujer/serpiente-
en los jardines tisulares,
me deslizo en tus entrañas como un río;
como una lágrima de vena que palpita,
llorando roja al corazón
que se distrae.
II.
Porque ahí,
donde el incendio del reloj enciende risas,
donde la puerta del después engulle el antes,
donde la lluvia de la luz,
nos moja y cae…
-Ahí-
ahí quiero beberte hasta que mi piel se apague
en estrellitas de humedad -que alarguen besos-
o entre niñas con maldad -que nos desnuden-
hasta el frío de sentirnos
como a nadie…
sobre el rostro del delirio que atraviese
la pequeñez de un grito que corroe sobre el aire,
el hueso pálido de dulces manantiales
hasta el génesis polar
de un cielo amable.