I
Anteojos…
Porque yo me incrusto gotas en las manos
para guardar la sed que llueve al hombro,
cuando vos te adornás, de hojas la piel.
No sabemos ver detrás del muro.
Horizontal se cuela a nuestra espalda
el viento,
y trae peces, corales sedientos,
que nos siembran de mares la humedad
y la sien.
II
Yugular…
Recorre la linfa el espesor de la carne.
Abajo del cuello un habitante extraño:
-palpita, duplica, me muerde las venas-
Y vos sabés que yo no tengo más filos
para cortar el aura y las siluetas malsanas,
que me dispersan inmune entre los lobos/gusanos
que me presagian infatúa
entre dos piernas
y vos.
III
Mimético…
Porque yo me hago humo que sopla el llanto
y se transforma
en figuritas celestes de duendecillos
absurdos,
que te surcan el aire
cuando fumás de mi.
IV
Adagio…
Imposible fraccionar el sueño.
Y vamos danzando en cuadraturas perpetuas,
de contrastes inciertos en ciudades ajenas,
que celebran febriles su futuro borroso,
-reflejo de ojos, ilusos, ingenuos-
que habitan flotando la mancha/pared.
V
Eco…
¿Escuchás?
En la superficie del agua rebotan las voces,
y caen muertas, como gaviotas desnudas
al hondo abismo de una boca plural.
Y yo que no sé describir los momentos
en que me vuelvo vaso inmaterial de sustancias,
que inflaman inquietas las luces del alba,
cuando me miran de lejos y me traen
distancias, que de vos y de mí,
hoy se han vuelto
a romper.